VIsita diplomatica.

El auto de la enviada a recoger a Julian ingresó a los terrenos de la Familia Edwards. El lugar era inmenson, y para ingresar debieron sortear diversos controles de seguridad, cada uno de los cuales era mas riguroso que el anterior. Camino al palacio pasaron por deversas zonas, como el misterioso Laberinto, los magnificos Establos, el majestuoso Cementerio y la enigmatica Capilla. Cada vez que pasaron por uno de estos sitios, el vehiculo se detenia y la emisaria bajaba, hablaba con alguno de los empleados y volvia a subir, continuando el trayecto.
Al llegar al Palacio, la mujer bajó, dio las intrucciones pertinentes para que se diera aviso de la llegada del invitado, y finalmente indicó a Julian que podia pasar -Señor Julian, le esperan. Por favor sigame.
El interior del edificio era, basicamente, deslumbrante. Estaba decorado con un gusto exquisito, contando con piezas de valor incalculable. Julián fué dirigido hasta una sala alumbrada con la tenue luz de una chimenea, donde se le pidió tomar asiento y esperar.

Veo la decoración del lugar mientras espero a ser atendido y me sorprendo con algunos detalles de los cuadros y estatuas, analizo algunas técnicas de sus trabajos e intento definir los artistas que las pudieron pintar y construir.

Al cabo de unos minutos de espera, una de las puertas se abrio dejando entrar a un sugeto de no mas de 30 años de edad, bien vestido de cabellos negros y azules ojos profundos. Este camino calmadamente hasta encontrarse a pocos metros de Julian, con una reverencia a modo de saludo, le indico que tomara asiento en uno de los sofas cercanos a la chimenea, lo suficientemente lejos como para no presentar un peligro para Julian. El mismo tomo haciendo en uno de ellos, de espalda a la chimenea.

- Tengo el honor de hablar con Julian de la casa de los Diego?

Pregunto en tono sereno y tranquilo mientras observaba a su visitante.

-Claro que si, me sorprende de forma muy escandalizante para mi ego, que tenga la dicha de ser renombrado por alguien de la familia Edwards, no creía yo, que prestaran tanta atención en mi y en mis actividades.


Digo mientras muestro una de mis mejores sonrisas.

Prestamos atención a muchos asuntos, como usted habrá notado -respondió acomodandose en su asiento. Mientras hablaba, aparentemente las llamas de la chimenea se contoneaban al son de sus palabras... aunque bien podría ser un efecto de luz- Pues, don Julian, permitame en primer lugar darle la bienvenida a mi humilde hogar. Tambien quisiera discutir con usted un asunto de vital importancia para la ciudad.

Mi nombre... -El sujeto desvió su vista al suelo, como si rememorara algun lejano hecho- Mi nombre es Edwars. Don Julian según tengo entendido, usted habitaba la ciudad cuando, hace un tiempo, un lamentable malentendido resultó en la purga de muchos de vuestros hermanos de sangre. Estoy en lo correcto?

Si y no, como bien sabrá señor Edwars de la familia Edwars, acabe de llegar de nuevo a mi ciudad, cosa que veo que esta bastante cambiada a lo que deje, todas las noches mueren inmortales, así que no se a que serie de deseos se refiere, es mas me sorprende que a mi regreso, un extraño usurpador se sienta en mi trono.

hago un ademan restandole importancia a el asunto.

Bueno que podía esperar, aquel que sale de su reino debe saber que esta dispuesto a que alguien mas ocupe su silla, aquel que no cuida de lo suyo esta en riesgo a perderlo.

- Ningun rey gobierna por siempre don Julian, con los años debio de aprender eso, estoy mas que seguro.

Miemtras hablama mantenia su mirada en el suelo, evitando mirar a Julian a los ojos.

- Hace un tiempo, solte las creaciones de Lucrecia en la ciudad con el fin de erradicarlos a todos ustedes. En esos momentos pensaba que eran un peligro para "mi" ciudad. Muchos de ustedes calleron ante las garras de dichas abominaciones, realmente estoy muy arrepentido de eso.

Mientras se lamentaba, las llamas a su espalda parecian disminuir de intencidad y tornarse menos brillantes, como si ellas tambien sintieran el pesar de Edward.

Pues creo que el mayor daño no fueron las bestias en los sótanos ni los ataques a los refugios, creo que de una u otra forma la guerra entre facciones nos avía entrenado para ese tipo de escaramuzas, el real daño fue la perdida a nuestros principios, fraternizamos con el enemigo para defendernos de sus esbirros, la perdida de los valores de la camarilla y el sabbat, esa fue su real abobinacion.

Suspiro lleno de pesar.

Eso hecho esta, estoy seguro que no podremos volver a tras y retomar el control sobre el pueblo cainita, por eso tendremos que afrontar este hecho como tal y sacar la mejor partida de este nuevo escenario. Señor Edward de la familia Edwards

-Sabias palabras, estimado Julian. Me interesa dejar claro cierto punto. En aquella ocasion, nuestra familia se vió obligada a actuar de forma violenta contra la Progenie... Desgraciadamente, en esta ciudad hay fuerzas que conspiran para destruir ciertos intereses que resguardamos celosamente. Y si la informacion con la que cuento es fidedigna, es probable que estemos ad portas de caer nuevamente en lo mismo...

Señor Julian -dijo mientras volvía a acomodarse en su asiento- sólo quiero advertirle que las siguientes noches serán peligrosas, tanto para usted como para los suyos. Peligrosas dependiendo de qué camino escojan seguir. Si mi intuición es correcta, es probable que en breve cierto grupo de sectarios intente ofrecer a la Progenie algun tipo de trato, un convenio. Los objetivos no los tengo del todo claro, pero el resultado sin duda es sumamente peligroso.
A medida que avanzaba en su discurso, las llamas de la chimenea fueron aumentando su intensidad, danzando lentamente -Mi palabra es clara, don Julian, cualquiera que se nos oponga será eliminado. No hay fuerza que se nos oponga.

Pues realmente no pretendo oponermele, seria ridículo, creo que usted tiene sus asuntos y yo los míos, los dos tenemos intereses en la ciudad, y si soy claro se que no nos conviene tenernos de enemigos mutuos, sobre todo en asuntos que a ninguno de los dos nos entorpece en nuestros propios planes e intereses.

Le sonrió.

Podríamos ser amigos o por lo menos aliados en algunos asuntos, se que no me invito a su casa a intimidarme, si fuera su deseo con hacer estallar mi tren seria suficiente, su interés trasciende mas haya a un buen concejo o una recomedacion, ¿no es asi?

-Nuevamente está en lo correcto. No pretendo mantener el orden a base de amenazas. La politica del terror no está entre nuestros metodos. Pero insisto en dejar en claro mi posicion, y las consecuencias de entorpecer con ella.
Las llamas de la chimenea aumentaron el ritmo de sus movimientos de forma bastante notoria. A veces, de reojo, parecía que se formaban figuras antropomorfas, pero de forma fugaz y apenas perceptible -Esta es MI ciudad. Tengalo claro, estimado don Julian.

-No contamos tiempo para semejantes trivialidades.
El tono cortés con el que habia iniciado la conversacion habia quedado atras hace ya varios minutos. Edward ahora hablaba un tono grave, severo. Las llamas de la chimenea bailaban ahora freneticas y furiosas, casi podían distinguirse rostros y figuras humanas entre el fuego.
-Como cortesía, y si quiere, a modo de disculpa por pasadas y futuras ofensas, siéntase libre de hacer la petición que estime conveniente. Según lo que desee, se lo daremos.

Deseo su amistad, simplemente eso, es mas no espero una futura ofensa de su parte, es un caballero y yo también pretendo serlo, así que creo que podremos discutir esto como amigos.

Hago una pausa mirándolo fijamente.

Ademas no me gusta verlo alterado, de pronto es que, por no estar a el tanto de los acontecimientos no vea yo la gravedad del asunto, por el cual no contamos tiempo para dedicarnos a trivialidades, que son el sazón de la inmortalidad, si el señor me instruyera, creo que seria algo benéfico, solo me a dicho que tenga cuidado, que las cosas se pondrán peligrosas, pero nada mas que eso, creo que es el momento de ser mas especifico. Señor Edward de la familia Eduards.


Sigo mirándolo fijamente, estudiando su perdida de control, mientras hago un pequeño perfil sicologuico de mi interlocutor " esto me denota un ser caprichoso e inestable, un sujeto peligroso si no se hace lo que desea, un niño mas con poder, el cual no controla su interior, esto me da una muy buena ventaja.... lo tendré en cuenta, muy en cuenta."

-No hay nada más que desee discutir con usted, Don Julian. No de momento. Si requiero su presencia nuevamente, enviaré a Estefanía, la muchacha que le recogió en la Estacion de trenes. Ella misma lo escoltará hasta donde le indique.
Edward se paró y se dirigió a la puerta. Desde allí hizo un gesto a uno de los criados para que llamasen a Estefanía -Fué un placer discutir con usted.

La jovencita que había conducido a Julian hasta el Palacio le esperaba en el pasillo. Nuevamente guió al invitado atraves de la Mancion, llegando fuera y luego recorriendo la misma ruta que lo llevó al exterior -Don Julian, donde quiere que le lleve?

Off: continuo hay o espero que me conduzcan o pasa algo antes?