Planes en acción

Años de búsqueda, años de vagar por el mundo sin saber a donde dirigirma hasta que encontré este lugar. Midnight City, en el corazón de latinoamérica, era la ciudad grande de esta zona. La ciudad de los vampiros. Por supuesto los humanos no tenían ni idea, ellos siempre buscaban una razón racional para los sucesos paranormales que ocurrían. "Han sido los lobos", decían y así nuestra seguridad se mantenía intacta. Cuando llegué a Midnight parecía que me estaban esperando, unos vampiros me recogieron y me llevaron directamente en una furgoneta, sin decirme a dónde íbamos ni decirme si estaría a salvo, pero algo me decía que con esos podría estar tranquilo. Mi espada reposaba a unos metros sobre mí, me la habían quitado alegando que podría ponerme nervioso y asegurando que si no hacía nada no me herirían y me devolverían la espada después, pese a lo que se podía pensar yo confié en aquellos vampiros. Cuando salimos de la furgoneta nos encontrábamos en una Catedral. Una catedral impresionante. "Wow", fue lo único que pude decir al salir y besé mi crucifijo antes de cruzar la puerta. Mi familia siempre había sido religiosa y me habían enseñado que el amor a Cristo era importante para que todos nuestros propósitos saliesen bien. Sin embargo, la mayoría de los vampiros creían estar malditos y no ser dignos de Dios, si no del demonio. Yo no pensaba así y siempre recurría a Dios cuando necesitaba algo de ayuda o algún tipo de redención.

Cruzamos las puertas de la catedral, donde había algo de vigilancia. Parecía ser el refugio del Sabbat. Cuando en el lugar había varias personas que se giraron a ver mi entrada. Suspiré, no me gustaba mucho ser observado, siempre había preferido la osucridad, utilizar las sombras para moverme sin ser visto. Al puro estilo ninja. Después con clavar la espada en el cuello de la otra persona bastaba para matarla. Rápido y silencioso, ya que una estocada en la garganta impedía que la víctima pudiese gritar. Me devolvieron la espada y me acerqué a donde estaban el resto de participantes en la reunión. Miré a todos ellos y giré el cuello para hacerlo crugir.

-Bien, ¿qué estábais discutiendo?-pregunté con la intención de saber en qué punto de la reunión estábamos para así poder inmiscuirme para intentar ayudar. Sabía que sería algo contra la Camarilla. Fuese lo que fuese, participaría.